VÍSPERAS - 1° SEMANA DEL SALTERIO
VÍSPERAS - 1° SEMANA DEL SALTERIO
Ant. 1. El Señor se complace en los justos.
AI Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»
Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia el lo detesta.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
T. EI Señor se complace en los justos.
Ant 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
eI que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
T. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Ant 3. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante Él por el amor.
El nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
T. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Oración de los fieles.
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las
generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo: Por María,
escúchanos Señor.
L. Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada
Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos tus hijos
deseen y caminen hacia esta misma gloria. OREMOS.
L. Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los enfermos,
consuelo a los tristes, perdón a los pecadores, y a todos abundancia de salud y de paz.
OREMOS.
L. Tú que hiciste de María la llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los
hombres. OREMOS.
L. Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor, y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús. OREMOS.
L. Tú que coronaste a María coma reina del cielo, haz que los difuntos puedan alcanzar con
todos los santos la felicidad de tu reino. OREMOS.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Proclama mi alma tu grandeza, Dios mío.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
T. Proclama mi alma tu grandeza, Dios mío.